lunes, 11 de mayo de 2015

Camino de Santiago

Casa de los Muchachos - Camino de SantiagoLos chicos y chicas de la Casa de los Muchachos, el pasado mes de abril, recorrieron 109 km del Camino de Santiago, Pablo nos cuenta la experiencia.

Este año se decidió, por primera vez en el centro de día, hacer el camino de Santiago. Fue toda una aventura; preparar el viaje, reservar albergues, las fechas, enseñarles qué es el camino… Fueron unos días intensos para prepararlo todo y, por fin, llegó el día. Salimos en dos furgonetas; once chavales/as del centro de día de entre diez y dieciséis años, los educadores y Txomin. Por delante, siete días y 109 kilómetros para realizar esta gesta.

Casa de los Muchachos - Camino de Santiago
Nuestro camino empezó en Sarria, casi a las once de la mañana, con un sol estupendo, sería una etapa para conocer qué era esto de caminar y hacerse una idea para los días que nos quedaban por delante. Poco a poco, el cansancio, y la falta de costumbre en algunos, fueron pasando factura. Al llegar a Portomarín, pudimos descansar en el césped de nuestro albergue, aprovechamos para darnos un masaje en los pies, curar alguna ampolla. Por las tardes, la dinámica era siempre parecida: dar un paseo por el pueblo, jugar a fútbol, a juegos de mesa,... Ya de noche, recuperamos fuerzas en la cena y, al igual que en el resto de noches, tener nuestra primera hora de familia en del camino. De estas, decir que es una de las cosas que más les ha llegado a los chavales, tanto es así que, una semana después, al recordar el camino, algunos escriben esto: “Me gustaron las asambleas porque me decían lo que tenía que cambiar.”

El resto de los días del camino, ya las mañanas eran parecidas: levantarnos, desayunar y empezar a andar para llegar al siguiente destino. Las jornadas  ya no eran ninguna novedad, ya sabíamos lo que teníamos que hacer, andando y para divertirnos y disfrutar las horas de camino; algunos jugaban, otros cantaban, otros aprovechaban para pensar... Cada cual a su ritmo, sin prisas y haciendo único este camino. El tercer día de camino, ya dejamos de hacer noche en albergues para quedarnos en una casita para nosotros solos, en la que estaríamos hasta la última jornada. La casa aportó mucha libertad en el camino... y mucha diversión también, nos hicimos hasta dos barbacoas para cenar. A partir de la tercera jornada, se iba notando que nos íbamos conociendo un poco más, pese a estar cansados, se iban viendo más sonrisas, se veía cómo unos compañeros esperaban a otros para andar con ellos, como alguno le llevaba la mochila a otro, se veía compartir agua y almuerzos… Se veía amistad.

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En la cuarta jornada, pudimos disfrutar del testimonio de Ionut Preda, un peregrino. Este hombre, de 34 años de edad, sufrió un accidente con 8 años y perdió el pie derecho y, más tarde, la pierna. Gracias a su esfuerzo, es un deportista de élite que ha hecho ya varias veces el camino de Santiago y que ayuda a niños que necesitan piernas ortopédicas. Este hombre, tuvo una charla con nuestros chavales que les hizo reflexionar sobre sus vidas. Un chaval decía esto: “el Camino me ha ayudado a recapacitar y a pensar en mis cosas. Si quiero algo, lo puedo conseguir esforzándome”, o “lo que más me ha gustado del camino es conocer a mis educadores y compañeros, mucho mejor”.

El último día de nuestro camino, era un día especial y no andamos muy rápido, todos sabíamos que se acaba y, alguno, se quedaría más tiempo. Cuando llegamos a la plaza del Obradoiro, entramos todos juntos, de la mano, como una familia unida que ha conseguido alcanzar su objetivo. Nos hicimos las fotos de rigor y nos fuimos a comer, el sitio, sorpresa para ellos: Domino’ss pizza. Después de comer, a ver al santo y a por nuestras compostelanas, que nos las hemos ganado todos: “Me siento orgulloso de que mis piernas y mi cabeza pudieran llegar hasta el final. El camino me ha ayudado a valorar lo que tengo.”  Por la tarde, nos fuimos a Agarimo, centro de día que llevan los religiosos Amigonianos, a pasar la noche allí y a despedir el camino y tener nuestra última hora de familia. En esta, ya no se trataba de decir cómo había ido el día o qué nos había gustado o cosas para mejorar… Esa asamblea sólo podía tener cosas positivas y, por eso, tuvimos una dinámica en la que nos tapamos los ojos e íbamos pasando por el grupo y nos iban diciendo lo que les habíamos aportado, positivo, esa persona.

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A la mañana siguiente volvimos para casa, hay que descansar y hay que reflexionar sobre todo lo ocurrido estos días y valorar muchas decisiones. A algunos, puede que el camino les haya servido más (“Yo creo que el camino me ha ayudado mucho, he acabado un camino, pero he empezado otro.”) y puede que a otros, no tanto, pero lo importante es lo vivido, el poso que ha dejado en cada uno de nosotros estos días y lo conocido, el haber compartido, ayudado, querido, y lo que nos ha hecho sentir cada uno de estos sentimientos. “Gracias a mis compañeros y educadores por el Camino de Santiago.”

A la hora de valorar esta experiencia, sólo me queda dar gracias a todos los que han hecho posible esta vivencia intensa en la que, no sólo he conocido mejor a los educadores y a los niños, sino que también me he conocido un poco más a mí mismo, y para ello voy a utilizar la frase de un chaval que, al volver del camino, escribió esto: “Gracias por tanto, en tan poco.”


Pablo Blasco Poveda
Casa de los Muchachos - Camino de Santiago

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