Una hora de caminata nos llevó llegar a la Garganta de los Infiernos, ¡qué hermoso lugar!, pozas de agua, saltos y toboganes naturales. Chapuzón
obligado.
Y no conformes con todo lo que disfrutamos en la excursión
del agua y el sol, al llegar al camping nos fuimos derechos a la piscina.
El viernes ya no nos quedo más tiempo que para recoger todas
las tiendas y volver a casa. Paramos a comer en Valladolid y tras una rica
hamburguesa, la siesta fue inevitable.