Volvimos a madrugar para acercarnos a Rebollar, disfrutamos entre pinos y cuerdas de las alturas. También mejoramos
nuestra técnica de tiro con arco y nos perdimos en el juego de la orientación.
La tarde la culminamos con una recogida de cerezas y, cómo
no, con un baño en la psiscina.
¿Qué nos espera mañana? ¡Sorpresa!
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